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Saturday, October 14, 2017

LA HOJA DE OTOÑO



LA HOJA DE OTOÑO (THE FALL OF THE LEAF)

Agotado de la marca de esta riqueza veraniega,
De su muestra superficial y sin refinar,
Me alejaría disimulada y débilmente,
A donde no llegan los caminos, pero todavía crece lo trivial.

Una mente sobria caminará solitaria,
Lejos de la naturaleza si fuera necesario,
Y poseerá sólo sus propias estaciones,
Teniendo por naturaleza su humanidad.

Algunas veces un tardío pensamiento otoñal
Cruzó mi mente en el verdor de Julio,
Y a su temprana frescura trajo
Frutas maduras más tardías y un cielo otoñal.

Un pensamiento seco pero dorado que brilló
De extremo a extremo del verdor de mi mente,
Y prematuramente pareció sabio,
Demasiado maduro para encontrar cobijo en el enramado veraniego.

Así he visto un hoja amarilla
Entre las brillantes hojas de Junio,
Que pensativa colgaba, aunque sin pesar,
Como una flor honesta, cambió demasiado pronto.

Destilo mi medicina muy lejos,
Donde lo más simple y rudo del año,
Octubre, conduce la guerra que remueve
Y dispersa sus honores sobre el catafalco veraniego.

La tarde del año se dibuja,
Los campos visten su ropaje más tardío,
Desde que se fue la brillantez veraniega,
Algunos granos de noche tiñen el aire del mediodía.

Contemplo las sombras de los árboles
Con sus círculos más amplios alrededor de sus troncos,
Como centinelas que gradualmente
Hacen sus guardias, y los protegen gentilmente.

Y con el declinar de la estación
El sol proporciona una luz más débil,
Debajo de cada acícula del pino,
Se esconde un pequeño auxiliar de la noche.

Detrás de cada arbusto y cada cerca dispersa
Que marcan el verde pensativo del soto
Y muestran su opulencia,
La huella insidiosa de la tarde se muestra a mediodía.

Onda a onda un aire más grávido
Sopla sobre toda la región,
Como si tuviera alguna tintura
De madurez traída del largo sol del verano.

Oigo la cigarra que canta perezosa
Alrededor, debajo de mí, y en lo alto,
Sacude la noche, acuna el día,
Y en cualquier sitio es la canción de cuna de la naturaleza.

Crepita más debajo de la turba,
Donde ha hecho su lecho invernal,
Su sonido crece más débil, pero más amplio,
Una capa de otoño sobre el verano desplegado.

En mi cama al alba
Oigo los gallos proclamar el día,
Aunque la luna brilla serena
Como si no pudieran detener la majestad de su curso.

Ni hacerla descender con su débil canto
De cabalgadura tan alta,
Quien en su brillo no conoce pecado
Ni tiene conciencia de una luz más noble.

Las estrellas no retienen su brillo
Individual o en constelaciones dispersas
Sino que esparcen flechas espartanas
Que traen la noche entre las nubes que avanzan.

¿Ha avanzado el tiempo entonces?
¿Con qué fuente de eterna alegría
inspiras tú los corazones de los hombres
y les enseñas como emplear el día?

Imparte de la abundancia de tu oración,
Tú que te propagas tan libremente,
Algo de valentía en mi corazón
O permíteme beber de tu manantial peremne.

Pequeños pájaros migran en bandadas
y cruzan ahora la bahía de algún humedal
Al tiempo que vuelan y tornan en lo alto,
Con un golpe impremeditado y apresurado entretienen el camino.

La luna es fruta madura en el cielo
Que sobrevuela su cosecha,
El sol rompe tarde su tronco
Ha caído tan bajo desde la altura del verano.

La tierra avara recoge su fruto,
Y lo coloca en el regazo de la noche,
Las estrellas refulgen más brillantes, mudas
Aunque sean lágrimas para ver el accidente de sus señores.

La cosecha se agita en el viento,
Las manzanas maduras se alzan sobre el heno,
El sabor de cereal de mi mente
Me dice que estoy tan maduro como ellas.

Tenía oídos pero ahora tengo sonido
Y visión cuando antes sólo tenía ojos,
Vivo instantes cuando antes sólo vivía años,
Y distingo la verdad cuando antes sólo conocía lo repetido.

Lejos en el bosque estos días de oro
Algunas hojas obedecen la llamada de su artífice,
Y en sus vacíos recintos ejecuta
Con delicado tacto el preludio de su caída.

Retirándose gentilmente del tronco
Se dispersan con suavidad a lo largo,
Donde la misma mano las amontona
Resignadas a dormir sobre la multitud del viejo año.

El solitario abedul está pardo y tranquilo,
La charca más lejana está poblada de hojas,
Que flotan sobre su catafalco de agua,
donde no hay ojo que las vea, ni corazón pesaroso.

Señalé el tiempo del primer viento rudo
Cada hoja curvada como criatura viviente,
Como si con el aire maduro asegurara
Algún tenue memorial de la primavera.

Entonces por obra suya volcó un bote
Y nuevos elementos se embravecieron,
Un palacio pintado que flota
El tesoro de riqueza veraniega por salvar.

Ojalá pudiera retener estos sonido remotos
Y preservarlos para el oído humano,
Los acordes que flotan en las brisas,
Y cantan el réquiem del año que muere.

Permanecí al lado de un grupo de robles ,
Cuando sopló la primavera galerna del otoño,
Que gentilmente meció las copas de los abedules
Agitó la hojas de los robles y murió.

Pero no los acordes que despertó,
Porque en mi sentido más interno oigo
La melodía de la que habló
Creciendo todavía tenuemente en mi oído interior.

Un ráfaga cayó en el río,
Una sombra atravesó el paisaje
Y todavía los helechos silbantes podrían decir
dónde el extraño viajero fue tan rápido.

Como se destacan los refugios de los hombres
En estos días honestos de Octubre
A lo largo del bosque y de los humedales
Los veo asomar a través de la bruma madura.

Yacen inmersos en la Naturaleza
Contra algún risco o a la sombra de un castaño
Débilmente distinguibles por el ojo del viajero
Que lleno de pensamiento atraviesa el soto del bosque.

La cosecha está a la puerta
El castaño esparce sus frutos alrededor
Como si fueran el material que derribó
Los granos amarillos que invaden el suelo.

El nenúfar ama el flujo del río
Los humedales son el fantasma de las margaritas
Los álamos sobre la montaña
Crecen aquí como hijos de la naturaleza.

El arrendajo recorre el bosque de castaños
Las hojas retorcidas y amarillas alrededor
Son la clave y textura de mi humor
Y estos montones de frutos mis tesoros sobre el suelo.

Los árboles desnudos, pobres y finos
No son más ricos que yo,
Pero con un interior tan valiente
Ofrecen sus ramas al cielo de Octubre.

Son pobres caballeros que valientemente esperan
La carga de la caballería invernal,
Guardando un simple estado Romano
Descargado de su exuberancia Persa.

Gracias a Dios que divide el año en estaciones,
Y a veces amablemente dispensa su rayos,
Porque en su invierno esta más próximo
Y se ve mejor en los días más cortos.

Quien gentilmente modera ahora su calor
Y después su frío más duro,
Nos debería permitir saciarnos con las dulzuras veraniegas
O alzarnos sobre la crudeza invernal.

HDT

(Traducción de Guillermo Ruiz)
(Primera vez aquí el 8 de octubre de 2006)

Las palabras de los verdaderos poemas nos dan más que los poemas,
Nos dan lo necesario para que nos construyamos por nosotros mismos
poemas, religiones, política, guerra, paz, conducta, historia, ensayos,
vida cotidiana y todo lo demás,
Ellas equilibran jerarquías, colores, razas, creencias y sexos,
Ellas no buscan la belleza, se las busca,
Tocándolas eternamente, muy cerca de ellas, marcha la belleza, anhelante,
gozosa, enferma de amor.
Ellas nos preparan para la muerte, pero no son el fin, sino el principio,
No llevan a hombre alguno ni a mujer alguna  a su término, ni al
contento, ni a la satisfacción,
A aquellos a quienes aceptan los transportan al espacio, a fin de que
contemplen el nacimiento de las estrellas, de que aprendan uno de los
significados,
De que se lancen con fe absoluta y se deslicen a través de las órbitas
infinitas sin encontrar el reposo jamás

Walt Whitman (Canto del que responde, traducción Francisco Alexander)


Esto obviamente va en contra de la naturaleza de nuestros tiempos que frecuentemente cuestionan e ironizan.Sin embargo yo creo que en el poema debería prevalecer la fe,un breve momento de afirmación.

(Adam Zagajewski, "Un turista distraído que ama la luz", entrevista en Cultura/s, 14 de octubre de 2017)


Puede ocurrir que caigas en la esclavitud, pero hay algo que debes evitar a todo precio: volverte esclavo.
(Adam Zagajewski.Qué reparos opongo a la llamada Nueva Ola.Acantilado 2010. Traducción de Jerzy Slawomirski y Anna Rubió) 
(Primera vez aquí 7 de agosto de 2014) 

(Esta entrada está dedicada a T)

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