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Saturday, November 14, 2009

TINTES OTOÑALES VI










HOJAS CAIDAS

Hacia el seis de octubre las hojas empiezan a caer, en avalanchas sucesivas, después de las heladas o la lluvia, pero la principal cosecha de hoja, el cénit de la Caída es, por lo común, hacia el dieciséis. En una mañana hacia esa fecha hay quizás una helada más fuerte que las que hemos visto y hielo formado bajo la bomba de agua, y ahora, cuando el viento de la mañana se levanta, las hojas caen en duchas más densas que nunca.

Repentinamente forman camas gruesas o capas sobre el suelo, en este aire suave, o incluso sin viento, precisamente forman el tamaño y la forma del árbol encima. Algunos árboles, como los pequeños nogales parecen haber depositado sus hojas de forma instantánea, como un soldado deposita sus armas en el suelo a una señal; y estas del nogal, siendo todavía de un amarillo brillante, aunque inertes, reflejan un destello de luz desde el suelo donde yacen. Abajo han venido, sobre todos los lados, al primer toque sabio de la vara del otoño, haciendo un ruido como de lluvia.

O, en otro caso, es después de un tiempo de lluvia y humedad que nos damos cuenta de la gran caída de hojas habida durante la noche, aunque este no puede ser todavía el toque que debilite la hoja del arce de roca. Las calles están gruesamente alfombradas con los trofeos, y las hojas caídas de los olmos hacen un oscuro pavimento bajo nuestros pies. Después de algún día o días marcadamente cálido del verano-indio, percibo que es este inusual calor el que, más que ninguna otra cosa, causa la caída de las hojas, quizás en ausencia de heladas o lluvia durante algún tiempo. El intenso calor repentinamente madura y hace decaer las hojas, justamente como suaviza y madura melocotones y otras frutas y causa también su caída.

Las hojas de los tardíos arces rojos, todavía brillantes, tapizan la tierra, a menudo cercos de fuego sobre un suelo amarillo, como algunas manzanas salvajes, aunque no conservan estos colores brillantes en el suelo sino uno o dos días, especialmente si llueve. Sobre los caminos voy entre árboles desnudos y como humo, que han perdido su ropaje brillante, pero allí yace, casi tan brillante como siempre, sobre el suelo a un lado o formando una figura tan regular como antes sobre el árbol. Mejor diría que primero observo los árboles planos sobre el suelo como una sombra permanentemente coloreada, y que ellos invitan a mirar a las ramas que poblaron. Una reina podría estar orgullosa de andar donde estos árboles galantes han dispersado sus brillantes mantos sobre el barro. Veo carruajes rodar sobre ellos como una sombra o reflejo, y los conductores los observan tan poco como sus sombras antes.

Los nidos de los pájaros, en el huckleberry (“vaccinium arboreum”) y otros arbustos, y en los árboles, están siendo rellenados con las hojas caídas. Tantas han caído en los bosques, que una ardilla no puede correr hacia una nuez sin ser oída. Los niños las rastrillan en las calles, solamente por el placer de ocuparse con sustancias tan limpias y crujientes.

Algunos dejan los caminos escrupulosamente limpios y permanecen para ver al siguiente soplo cubrirlos con nuevos trofeos. El suelo del soto está gruesamente cubierto y el "Lycopodium lucidulum "parece repentinamente más verde entre ellos.

El otro día apenas pude encontrar un manantial bien conocido, e incluso supuse que se había secado, porque estaba completamente oculto por hojas frescas caídas, y cuando las retiré y lo hice visible, fue como golpear la tierra con la vara de Aaron para hacer manar una nueva fuente.

Cuando voy al río el día después de la principal caída de hojas, el dieciséis, encuentro mi bote completamente cubierto, el fondo y los asientos, con las hojas del sauce dorado bajo las que estaávarado, y zarpo con una carga de ellas sonando bajo mis pies. Si lo vacío, sería de nuevo completamente mañana. No las considero basura, para ser arrojada, sino que las acepto como paja o solado adecuado para el fondo de mi bote.

Cuando giro en la entrada del Assabet, que está en la espesura, largas flotas de hojas flotan sobre su superficie, como si salieran al mar, con espacio para bogar, pero cerca de la orilla, un poco más lejos, son más gruesas que la espuma, ocultando el agua con una cuerda de espesor, bajo y entre los alders, button-bushes y arces ,todavía perfectamente ligeras y secas, con la fibra inalterada y en un recodo rocoso, cuando son paradas por el viento matutino, algunas veces forman un ancho y denso saliente a través del río.

Cuando giro mi proa en esa dirección, y la ola que formo las golpea, escucho qué placentero murmullo se desprende de estas secas sustancias golpeándose entre sí. A menudo es solo su ondulación lo que revela el agua bajo ellas. También cada movimiento de la tortuga del bosque en la playa es traicionado aquí por su crepitar. O incluso en la mitad del canal, cuando el viento se levanta, las escucho volar con un sonido tenue. Más arriba se mueven despacio en círculos en algún gran remolino del río, como el de “Leaning Hemlocks”, donde el agua es profunda y la corriente se disipa en la ribera.

HDT ("Autumnal tints")

Traducción de Guillermo Ruiz











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