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Wednesday, September 19, 2007


Diario 17 de Septiembre de 1839
La Naturaleza nunca se apresura; sus sistemas se mueven con velocidad uniforme.El brote vegetal crece imperceptiblemente, sin apresuramiento o confusión, como si los días cortos de la primavera fueran una eternidad.Todas sus operaciones parecen separadas del tiempo, el objeto sencillo por el cual todas las cosas permanecen.¿Por qué, entonces, debería el hombre apresurarse como si cualquier cosa distinta de la eternidad estuviera disponible para la más mínima tarea?. Si el sol saliente parece apresurarle para mejorar el día mientras dura, el canto de las cigarras no falla en confortarle, medido como ancestralmente uniforme, enseñándole a tomar su propio tiempo desde ahora hasta siempre.El hombre sabio es reposado, nunca agitado o impaciente.Abraza cada momento allí donde se encuentra, como algunos caminantes apoyan todo su cuerpo a cada paso, mientras otros nunca relajan los músculos de su pierna hasta que la fatiga acumulada les obliga a parar pronto.

De la misma manera que el sabio no está ansioso de que el tiempo le espere, tampoco el espera al tiempo.
HDT
(Traducción Guillermo Ruiz)

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